- Supongo que una persona puede cambiar mucho con el paso del tiempo y según los problemas que tiene que afrontar.
Ahora mismo, debo borrar cualquier huella que haya dejado a mi al rededor. -*Carga la pistola*- Efectivamente, me sentiré libre y desahogada. ¿Qué más da ahora lo que piensen? Tengo su vida en mis manos, y no pienso perdonar nada.
- Peque, ¿estás segura de que quieres hacerlo? - *Carga su pistola*
Le lanza una mirada diabólica.
- Creo que es evidente.
Ella mira con una sonrisa a un chico más mayor arrinconado en la habitación, con el pánico en los ojos.
- Sabes que te quiero.
Levanta la pistola lentamente y le apunta.
- Perfecto... Padrino, te dije que siempre juntos, ¿verdad? Por absurda que fuese la idea..
- Efectivamente.
- Uno, dos y... - Cuentan los dos juntos - ¡YA!
Suena como las balas atraviesan un cráneo y el apresado grita.
Alguien abre los ojos y se hace preguntas. En el suelo, yacen dos cadáveres rodeados de sangre. El extraño individuo, no dejó de preguntarse como era posible que estuviese vivo mientras escapaba del cuarto oscuro.
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